Molino Arrocero Libertad
Publicao por Orestes Eugellés Mena
San Antonio es un poblado al sur del municipio camagüeyano de Florida. En ese lugar, a solo tres meses del triunfo revolucionario, Fidel Castro creó una de las primeras cooperativas arroceras de Cuba, poniendo en práctica una estrategia que consolidaba la producción de arroz en el país.
“Y ahí se dieron las ideas del Comandante en Jefe de cómo desarrollar la tarea, que es la que hoy estamos teniendo en cuenta”, afirma Lázaro Díaz, director del Grupo Agroindustrial de Granos (GAIG), perteneciente al Ministerio de la Agricultura (Minag).
El Molino Secadero Libertad, que formaba parte de la mencionada cooperativa arrocera, durante varios años fue considerado como uno de los más importantes del país por sus capacidades de procesamiento; pero con la llegada del período especial la producción de arroz en esa zona empezó a decaer, y en el año 2004 aquellas tierras cambiaron su objeto social, dedicándose a la cría de ganado vacuno, lo cual trajo como consecuencia la paralización total de la industria.
Arcilio Prieto, jefe de turno del molino y uno de los hombres que se mantuvo al frente de la custodia de aquel lugar durante más de 10 años, comenta que durante todo ese período el Molino Arrocero Libertad estuvo prácticamente abandonado.
“Aquí no había sábados ni domingos, eran todos los días en la tarea de proteger esta industria, para en el momento que el país tuviera los recursos y las posibilidades, recuperarla”, asevera por su parte Alexis Finalé, jefe de grupo de seguridad y protección.
La recuperación
Cuando se abandona una industria como el Molino Arrocero Libertad, sin dudas la recuperación se convierte en un proceso largo y complejo, por lo que se necesita del empeño y dedicación de sus trabajadores para volverla a poner en funcionamiento.
Según Yunior Chacón, director del molino, la ejecución de las reparaciones estuvo a cargo, en primer orden, de la empresa Ruta Invasora. “Y colaboraron con nosotros un grupo considerable de instituciones, entre ellas, la empresa constructora ECOI 8 de Nuevitas, con brigadas de pailería, las cuales realizaron el grueso de los trabajos en la recuperación de la base de silos de la industria”, agrega Chacón.
Perteneciente a la Empresa Agroindustrial de Granos "Ruta Invasora", de Camagüey, esta industria inició las labores de reconstrucción en febrero del 2014. Tras 15 meses de trabajo constante, y a un 98% de su total puesta en funcionamiento, su secadero ya recibió las primeras 8 mil toneladas del cereal.
“Comenzar a recibir arroz en el secadero Libertad es una celebración inmensa, no solo para los trabajadores que hemos estado laborando acá durante todo este tiempo, sino también del resto de la comunidad, que ha contribuido con su esfuerzo a que esta obra haya llegado felizmente a término con la puesta en funcionamiento de la industria”, afirma Yunior.
“Siento mucha alegría y emoción, porque esto era un sueño para todo el mundo, incluso para mí. Esto se estaba destruyendo y verlo renacer así es algo muy grande”, destaca Ana Olga Castro, una sexagenaria mujer que atiende el control de la calidad en el Molino Libertad.
Por su parte, Ángel Salinas, residente del poblado de San Antonio, subraya: “Este es un pueblo arrocero y lo que le gusta es el trabajo con el arroz, la producción de arroz”.
De ahí que la puesta en funcionamiento de la industria sea un gran acontecimiento para el poblado.
“Estamos viendo que esto está prosperando, estamos muy contentos con todo, yo estoy jubilado, pero los muchachos nuevos pueden trabajar ahí”, comenta Eduardo Almanza, también residente de San Antonio.
De acuerdo con Lázaro Díaz, director del GAIG, la puesta en marcha del Molino Arrocero Libertad beneficia a toda la comunidad. “No solo desde la parte económica, sino también desde la parte del empleo de la fuerza de trabajo, en la parte social, en el rescate de las infraestructuras de allí”.
Varios son los trabajadores que festejan el funcionamiento de esa industria, para quienes laboran en las tierras de la UBPC “Rodolfo Ramírez”, no es diferente.
Según José Aguilar, técnico de lote en dicha cooperativa, con la paralización del molino se hacía muy difícil el traslado del arroz hacia otras industrias por la gran distancia en la que se encontraban. Sin embargo, hoy todo ha cambiado.
“Tenemos menos gastos de combustibles y ahorro de fuerzas de trabajo, porque la distancia es sustancial. Nosotros necesitábamos para transportar este arroz tres o cuatro trabajadores, hoy lo hacemos con uno solo”, destaca Aguilar.
Asimismo, Lázaro Díaz, director del GAIG, agrega que ese lugar es estratégico para la producción arrocera, “y el rescate de la industria forma parte de las estrategias del plan arrocero también”.
La producción arrocera en Cuba enfila su rumbo hacia la sustitución de importaciones. Por tales motivos, elevar los índices en las cosechas constituye un elemento esencial, para poder lograr, en los próximos años, las 700 000 toneladas de arroz para el consumo que hoy demanda el país.
Tomado de Cubasi
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