El partido Cuba-EEUU se enfrenta ahora a un segundo juego
Publicado por Orestes Eugellés Mena
Tiene clavada una hoja junto a su escritorio y es imposible no verla. El papel lleva bastante tiempo ahí, porque hasta el sobre de plástico que la protege está descolorido: “Milito en el bando de los impacientes, milito en el bando de los apurados, de los que siempre presionan para que las cosas se hagan y de los que muchas veces tratan de hacer más de lo que se puede”. La frase es de Fidel, advierte antes de empezar la entrevista el Doctor Agustín Lage Dávila, director del Centro de Inmunología Molecular (CIM), de La Habana, un hombre que no solo posee la impaciencia, sino el prototipo del científico a lo Einstein y un currículo impresionante.
Es médico de profesión, especializado en Bioquímica, con estudios de Oncología en el Instituto Pasteur, de París. Desde su fundación en 1991, dirige el CIM, centro con un millar de trabajadores y resultados inverosímiles para un país pobre: desarrolla “vacunas moleculares”, ingeniería de anticuerpos, ingeniería celular, bioinformática y regulación de la respuesta inmune. “O simplemente, biotecnología, que es utilizar la célula viva como fábrica para producir cosas”, explica.
Pero no hablaremos de esto -él promete que habrá un segundo encuentro-, sino de un hecho imposible de evadir por estos días: el anuncio de los Presidentes de Cuba y EEUU de avanzar hacia el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y, a más largo plazo, la normalización de las relaciones bilaterales. Es innegable que los nuevos aires de Washington agitan la agenda nacional y hay debates en todos los sectores del país, incluido en el de las ciencias. ¿Qué dice al respecto un científico como Agustín Lage?
Ese es el tema sobre la mesa y aquí está la síntesis de una hora robada a su tiempo, en un lugar siempre tan agitado “como la sala de urgencia del Hospital Calixto García”, en palabras del propio Lage.
Una victoria de la resistencia cubana
-¿Qué asocia usted con el 17 de diciembre de 2014?
-El cambio de etapa en el diferendo histórico entre Cuba y los Estados Unidos. Las declaraciones del Presidente de Estados Unidos el pasado 17 de diciembre, efectivamente, son un cambio que percibimos como una victoria de la resistencia del pueblo cubano. Hacíamos un símil conversando en nuestro colectivo: esto se parece al doble juego de pelota de los domingos. Obviamente, el primer juego de pelota lo ganamos nosotros, eso no lo discute nadie. Ahora hay que jugar el segundo, porque el partido no se ha acabado. El segundo viene ahora con otros desafíos.
-¿Un Carril II con esteroides?
-No exactamente, porque el Carril II es el arrogante desconocimiento de la institucionalidad del Estado cubano. Ahora el punto de partida es el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y eso explícitamente significa el reconocimiento de nuestras instituciones. Aquí está, a mi juicio, un cambio fundamental que supone para los pensadores y estrategas del imperialismo un paso atrás. Aceptan que la táctica les falló.
-Pero la gran estrategia se mantiene intacta, es decir, el cambio de régimen en la Isla para imponer el modelo político de EEUU.
-Porque este diferendo entre ambos países no comenzó ayer, ni hace medio siglo. Tiene mas de 200 años. No parte de la opción socialista de la Revolución cubana, es muy anterior. Habría que buscar los orígenes en la ambición expansionista con que surgió la nación norteamericana y en la diametral oposición entre el pensamiento de los fundadores de los Estados Unidos y el pensamiento de José Martí. Ahí hay dos concepciones diferentes de cómo debe ser la convivencia humana. Y esas dos concepciones están enraizadas en la cultura de ambas naciones. Por tanto, esa diferencia en la noción de la sociedad no se va a diluir en 200 años más. Tenemos, como decía el Presidente Raúl Castro, que aprender a convivir civilizadamente con esas diferencias, que son profundas.
Lo que pesa aquí no es una polémica por las propiedades nacionalizadas, ni determinados incidentes políticos que se han producido a lo largo de medio siglo. La diferencia fundamental tiene que ver con el tipo de sociedad que construye la cultura cubana y el tipo de sociedad que construye la cultura norteamericana. Son muy diferentes. No nos olvidemos que en la Independencia de la nación cubana, el acto número uno del día número uno fue liberar a los esclavos, mientras que la Independencia de las 13 colonias de los Estados Unidos dejó en pie la esclavitud y se necesitaron décadas y otra guerra para eliminarla. En la concepción original de los fundadores de los Estados Unidos no figuraba la igualdad de todos los seres humanos. En la nuestra sí. Eso te da la idea de que son dos pensamientos sociales que van por caminos distintos, y la contradicción con la que hay que saber convivir.
Con los científicos de EEUU siempre hubo diálogo
-¿Esas diferencias se expresan de igual manera en la comunidad científica de ambos países?
-No. En décadas de enfrentamiento entre ambos países siempre ha habido cercanía entre la comunidad científica norteamericana y los científicos cubanos. Eso no ha dejado de existir. Por supuesto, matizado o limitado por el bloqueo y la hostilidad de la política norteamericana hacia Cuba. En este mismo Centro, desde hace 20 años, convocamos cada dos años un evento científico internacional de Inmunoterapia del cáncer. El país extranjero que más científicos envía a ese evento es EEUU. Pero no ahora: en 1994, 1996, 1998, años más complejos ideológicamente y en pleno Período Especial, cuando los pensadores norteamericanos y los ideólogos del capitalismo se imaginaron que les había llegado el momento de su victoria ideológica. Y mucha gente en el mundo se montó en ese carro.
-¿Por qué los científicos están menos prejuiciados?
-Ayuda mucho al acercamiento la característica de la actividad humana que hacemos, la Ciencia. Por principio, estoy muy lejos de pensar que la Ciencia es el ombligo del mundo. La Ciencia no es la única actividad inteligente del hombre, por supuesto. La particularidad esencial de la Ciencia es la objetividad, el apego a los datos verificables; y la cara negativa de esa moneda es el reduccionismo. Para ser objetivo tienes que reducir fenómenos complejos a variables simples y hay fenómenos que no se dejan reducir a esas variables. Por tanto, la ciencia tiene enormes potencialidades y tiene, también, limitaciones.
Pero el científico está muy apegado al valor objetivo del dato, a comprobar lo que dice. Cuando discutes con gente entrenada mentalmente para buscar los hechos e interpretarlos, se simplifican muchas cosas. Ese científico viene aquí y ve los hechos en Cuba, los resultados de los logros de la Revolución, también los problemas que tenemos, pero los analiza, los estudia, y ese elemento de objetividad permite un dialogo entre las comunidades científicas de diferentes países, con una base de conexión común. Puedes tener a científicos de diferentes nacionalidades y diferentes raíces culturales en una misma sala, y descubrirás que se entienden perfectamente, porque hablan un mismo lenguaje.
-¿Tiene que ver esto con el hecho de que, a pesar del bloqueo, Estados Unidos emitió una licencia especial para la transferencia hacia ese país de la tecnología de una vacuna terapéutica cubana para el cáncer del pulmón?
-Efectivamente. Este Centro firmó un contrato con una empresa norteamericana en 2004 y en presencia del Comandante en Jefe, para desarrollar conjuntamente una vacuna para el cáncer del pulmón. La patente del producto era nuestra y el Departamento del Tesoro dio la Licencia, en época de la presidencia de Bush. Es evidente que una autorización de ese tipo, en un gobierno de ese tipo, no se obtiene sin consultar.
-¿Cómo evolucionó ese intercambio?
-Terminó porque esa empresa americana tuvo problemas financieros, relacionados con el fallo de otros proyectos diferentes al que tenían con nosotros. Finalizó por otras razones que no tuvieron nada que ver con la colaboración con nosotros. Pero el proyecto duró varios años, trabajamos juntos durante todo ese tiempo y se firmó un contrato que implicaba pagos de los norteamericanos hacia Cuba. Nosotros cobramos lo que estaba estipulado en el contrato, luego de cumplir con nuestras obligaciones. Esto demuestra que, si hay voluntad política, se puede levantar o minimizar el bloqueo.
En el plano de colaboración empresarial, esta ha sido la única experiencia entre ambos países, pero colaboraciones académicas hay muchas. Ahora mismo un grupo de nuestros investigadores están trabajando en EEUU en proyectos de inmunoterapia del cáncer, y pacientes norteamericanos se han tratado con productos nuestros. Es decir, la posibilidad de una colaboración con los científicos norteamericanos siempre ha estado encima de la mesa, aún en momentos de máxima hostilidad de Washington.
Oportunidad y riesgo
-¿La nueva actitud de Washington es una oportunidad o un riesgo?
-Ambas cosas. En primer lugar es una oportunidad porque la colaboración y el diálogo siempre son oportunidades. La colaboración es muy fértil para el desarrollo científico y el económico. Y, además, no se puede negar que los EEUU poseen un enorme potencial científico. Pero esta es una oportunidad para nosotros y para ellos. La ciencia tiene un enorme componente cultural y se hace igual en todas partes en lo que respecta al método científico, pero no en lo que respecta al contenido de lo que se investiga, a la estrategia de lo que se investiga. Esa diferencia hay que marcarla muy bien, porque el método científico es un procedimiento objetivo, pero la creatividad científica es un fenómeno cultural. Todas las sociedad humanas se benefician del intercambio con otras sociedad humanas diferentes. Esa fertilización de ideas enriquece a todo el mundo. No solamente Cuba tiene mucho que ganar en ese intercambio, los científicos norteamericanos también pueden ganar, porque nuestros enfoques de diversos temas pueden ser diferentes.
-En un contexto en que Cuba ha hecho una enorme inversión en el capital humano.
-Y que penetra toda la sociedad. Hay países con un océano de pobreza, marginalidad e incultura, y en el medio, encuentras un centro científico que parece que estás en Inglaterra, completamente fuera de contexto. Eso no es Cuba. Aquí tu vas a la Empresa de Cultivos Varios de Yaguajay -a la que voy a cada rato por mi trabajo como Diputado-, te metes en el surco y te encuentras a cuatro ingenieros. La siembra de capital humano no ha sido elitista, sino masiva, y eso crea un contexto diferente,especialmente para la aplicación de los resultados de la Ciencia. Eso permite enfoques del trabajo científico que en otro tipo de contexto no son viables. Realmente hay una oportunidad. Para ambos.
-Pero también hay riesgos…
-Sí, errores que podemos cometer ambas partes –estoy hablando de aquellos que puedan cometer desde los EEUU quienes emprendan este camino de acercamiento con Cuba con intenciones éticamente limpias; no me refiero a los otros, a los no éticos, que siempre han existido y seguirán existiendo.
El error colosal que pudiéramos cometer de ambas partes es el error de la ingenuidad. Del lado cubano no podemos cometer la ingenuidad de desconocer que hay una profunda diferencia de estrategia de construcción de la sociedad, y los norteamericanos no pueden cometer la ingenuidad de que creer que esta es la oportunidad de absorber la sociedad cubana, una ingenuidad de su parte que haría descarrilar el tren de las negociaciones. Si ambas partes pueden emprender el camino sin caer en esas ingenuidades, puede funcionar.
-La posibilidad de absorción no es algo oculto, lo han dicho con todas sus letras los más altos funcionarios de Estados Unidos. La Subsecretaria de Estado Roberta Jacobson lo expresó en La Habana, a los periodistas. Fui testigo.
-Sería una ingenuidad de ellos creer que pueden lograr esa absorción, desconocerían la solidez de las raíces culturales cubanas. Ya pasamos por esto. En el continente americano no ha habido una operación de absorción más grande que la que se implementó con Cuba en los primeros 30 años del Siglo XX: intervención militar, Enmienda Platt, control de la economía… Se dieron todas las condiciones, y no pudieron aniquilar la cultura cubana. Triunfó la Revolución en 1959 y a la semana aquí todo el mundo era antimperialista. Es decir, ese antimperialismo estaba en las raíces nacionales, estaba en el pueblo. Lo único que había que hacer era sacarlo a la luz, y eso ocurrió a pesar de 50 años de dominación de EEUU.
La batalla de Playa Girón se produjo dos años y tres meses después del Triunfo del Primero de Enero y en esa batalla el pueblo fue, masivamente, a combatir contra el imperialismo. ¿Cómo tú te explicas eso después de 50 años de masiva influencia económica, cultural, política de EEU? La enseñanza que hay que sacar de ahí es que existe, incuestionablemente, una sólida raíz cultural y ética en el origen de la nación cubana contra la cual no pudieron 50 años de penetración cultural norteamericana. ¿Qué fundamento existe para creer que lo puedan hacer ahora, después de 50 años de Revolución?
Solo tenemos un gran problema
-¿Por qué cree que nosotros también corremos el riesgo de la ingenuidad?
-Porque pudiéramos olvidarnos de que esas intenciones de EEUU han estado y siguen estando ahí. Si el error de la ingenuidad lo podemos evitar, puede haber una construcción muy beneficiosa para Cuba, para EEUU, para América Latina y para el mundo en su conjunto, y nos permitiría a nosotros concentrarnos en el problema fundamental. Creo que la sociedad cubana hoy tiene un solo problema: el problema económico. Para mí todos los demás son derivados de ese y es el problema para el cual nosotros tenemos que encontrar una manera de enfrentarlo, que ha de ser muy creativa.
-¿Sólo económico?
-Los países que han tenido recientemente un gran despegue económico se lo deben a un enorme mercado interno, como el caso de China, y en otros países, por el apalancamiento de los recursos naturales, como Venezuela, Bolivia, Ecuador… En Cuba no tenemos ninguna de las dos cosas. Ni tenemos un mercado doméstico grande sobre el que construir una industrialización hacia adentro, ni tenemos recursos naturales abundantes que nos permitan ingresos que financien un desarrollo económico. Tenemos que construir un desarrollo económico basado en la ciencia y la técnica. No hay otra alternativa. Esa es nuestra palanca.
-¿Cómo se hace eso?
-No está escrito en ninguna parte. Ese es digamos, el reto intelectual y cultural de los cubanos que debemos que enfrentar y de ese reto se derivan los otros. Enfrentar con éxito ese problema económico equivale a validar el concepto de que tenemos una opción de desarrollo basada en la equidad, en la igualdad social, en una sociedad solidaria. Si fracasamos en este proyecto, entonces estaríamos validando la estrategia del sálvese quien pueda, en la que cada cual resuelve su problema económico. Y eso conduce a la fragmentación de la sociedad. Por eso el problema económico es esencialmente un desafío cultural del cubano.
-Podríamos ser una sociedad muy próspera, sin ser socialista…
-Pienso que no. En Cuba la prosperidad económica y el socialismo están vinculados. La posibilidad de construir una sociedad próspera desigual en Cuba no existe y es lamentable que haya gente que no lo entienda. La cultura cubana no tolera los niveles de desigualdad con los que se ha construido la prosperidad promedio en otros países. Eso funcionará en otros lugares, pero aquí no. Una sociedad con grandes desigualdades incubaría necesariamente grupos cuyos intereses se distancian de los del desarrollo de toda la sociedad.
Para una sociedad como la nuestra, que por razones económicas tiene que desarrollarse sobre la base de la ciencia y la técnica, es incompatible la subordinación al libre mercado, a la competencia, a todos estos conceptos del neoliberalismo que nunca han desarrollado a nadie. Hay países ricos que tienen desarrollo científico y hay países pobres que no tienen desarrollo científico. Hay ciertamente una correlación. Pero correlación es una cosa y causalidad es otra. A la vez que hay un determinado nivel de recursos y prosperidad, con esos recursos y esa prosperidad se financia un desarrollo científico. Eso no quiere decir que ese recurso y esa prosperidad hayan sido originadas por el desarrollo científico.
El origen de la prosperidad de los países ricos de este mundo tiene poco que ver con la ciencia. Europa le debe la base de la prosperidad a la conquista de América. No es una opción hoy para los países en desarrollo. Por tanto, nuestra prosperidad económica tiene que basarse en la ciencia y la técnica con raíces en el socialismo y en la sociedad igualitaria, o no va a ocurrir. Pienso que los cubanos hemos construido ética y cultura suficientes para lograrlo.
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