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Sindicalísimo

EE.UU. y Elecciones Rusas

Publicado por Orestes Eugellés Mena

Lo que le preocupa a Hillary Clinton



Hillary Clinton está preocupada. No por el cambio climático ni el terrible efecto que ocasionará no haber alcanzado consenso internacional en la Cumbre de Durban, Sudáfrica. Tampoco por el empantanamiento de sus tropas en Afganistán e Iraq. Ni siquiera por la deuda pública que ha sumido a su país en una gran crisis económica y social. No. A la secretaria de Estado norteamericana le inquietan los resultados de las elecciones legislativas del 4 de diciembre en Rusia.

El gobierno ruso acusó a Hillary Clinton de alentar el caos e instigar a la oposición interna.

"No fueron ni libres ni justos", así se refirió a los comicios y no dudó en acusar a las autoridades de haber cometido fraude electoral. La avenida Tverskaya y las plazas Triumfalnaya y Bolotnaya de Moscú se convirtieron en escenarios de protestas antigubernamentales y acto seguido los medios internacionales se inundaron de titulares que vaticinan una "primavera rusa" o el retorno a las "revoluciones de colores", términos que se traducen en revueltas sociales promovidas por grupos opositores internos, que a su vez son sospechosamente respaldados por gobiernos occidentales.

Pero hay detalles que la Casa Blanca pasa por alto. En primer lugar, si el partido gobernante Rusia Unida alteró el resultado de las votaciones, ¿no es curioso que sus escaños en el Parlamento hayan disminuido de 315 a 238? ¿No cree Washington que el éxito del candidato a la presidencia Vladimir Putin y del actual mandatario, Dimitri Medvedev, se deba también a la ausencia de una figura opositora capaz de competir con ellos?

Rusia es el país más extenso del mundo, con una superficie de más de 17 millones de kilómetros cuadrados y 142 millones de habitantes, es imposible que siempre nieve a gusto de todos. El propio presidente Medvedev explicó que las protestas son expresión de democracia y resaltó que las personas deben tener la oportunidad de exponer sus opiniones en público.

De esta forma, el jefe del Ejecutivo anunció este domingo la apertura de una investigación sobre las presuntas irregularidades, pero subrayó que no está de acuerdo con las acusaciones y las consignas de los manifestantes.

Incluso el exprimer ministro británico, Anthony Blair, declaró este año a la Televisión Española que las manifestaciones son importantes, pero no pueden determinar la política de un gobierno. Claro que Blair se refería al quebradero de cabeza en que se convirtió el Movimiento de los Indignados que luego derivó en Ocupa Wall Street, donde, por cierto, participaron más de cien mil personas y los mítines fueron disueltos con especial violencia.

Pero estas protestas vienen como anillo al dedo a Washington, tanto que, según denunció Putin, la jefa de la diplomacia estadounidense dio la señal a algunos personajes en el país y ellos, apoyados por el Departamento de Estado norteamericano, empezaron a trabajar activamente. Putin dejó claro que solo es competencia del Gobierno ruso obtener conclusiones sobre posibles irregularidades en la cita a las urnas y cuestionó si lo próximo que haría la Casa Blanca sería enseñarles cómo redactar la Constitución del país.

Sin duda, Estados Unidos necesita fortalecer el mito de un Kremlin débil, de baja popularidad, y de una Rusia necesitada de "amigos" que ayuden a restablecer la democracia. Da igual si el pretexto son las elecciones, los derechos humanos o las bajas temperaturas, Washington seguirá trabajando en ello. Mientras, pretenderán que en los sufragios del 2000 no fuera necesario que el Tribunal Supremo interviniera en la victoria de George W. Bush, o que en el 2004 la administración del país no prohibiera a los observadores cumplir su trabajo, o que en el 2008 no se registraran falsificaciones de listas electorales y se privara del derecho al voto a un gran número de ciudadanos. Por cierto, en todos esos casos los resultados electorales se declararon válidos.(Alina Nieves)

(Tomado del periódico Granma)

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