Así somos los cubanos : Un inventor en la sala de rehabilitación
Publicado por Orestes Eugellés Mena
Autor: Jorge Cantalapiedra
¡Eureka! (del griego héurēka “¡Lo he descubierto!”), famosa frase atribuida al matemático griego Arquímedes de Siracusa y de amplio uso cuando se halla o descubre algo buscado con afán, es un enunciado recurrente en la vida profesional del joven nicetense Dennis Mustelier Albial, presidente de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) en el sector de la Salud Pública del municipio de Niceto Pérez.
Dennis es autor de inventivas que ayudaron a recuperar equipos importados en la Sala de Rehabilitación Física anexa al Policlínico universitario Gilberto Isalgué González, ubicado en La Yaya, poblado cabecera nicetero.
Más de 36 mil servicios prestó la referida sala durante el 2017, gracias a las innovaciones aplicadas por el fisioterapeuta, en beneficio de decenas de pacientes que buscan soluciones a sus dolencias en ese centro asistencial que atiende a unos 16 mil pobladores, entre ellos, de algunas comunidades intrincadas como Casimba, Ullao, Bejuquera, El Tíbet, San Fernando y Costa Rica, esta última perteneciente al municipio de El Salvador.
Tales iniciativas se corresponden con la política trazada por el Ministerio de Salud Pública, dirigida a recuperar muebles clínicos y no clínicos deteriorados para devolverles su valor de uso, en aras de favorecer el ahorro de recursos.
Entre ellos se incluyen el bipedestador infantil y el banco de cuádriceps, además de la barra paralela y la polea de pared, componentes que integran el gimnasio terapéutico de la Sala de Rehabilitación y desempeñan un papel esencial en la atención a pacientes con diversas patologías.
“Durante 2014 y 2015 -explica Dennis- esos aparatos presentaron diferentes grados de rotura que provocaron serias afectaciones en el servicio, pues no disponíamos del equipamiento completo para la rehabilitación física.
“La situación fue comunicada a la dirección del policlínico, sin solución en la instancia municipal ni provincial, ya que no existen en el país piezas de repuesto disponibles, las cuales solo pueden obtenerse con importaciones desde terceras naciones a un costo tres veces superior al original, como consecuencia del bloqueo brutal e inhumano impuesto por el gobierno de los Estados Unidos a Cuba.
“El bipedestador infantil, cuyo precio es de 285 dólares en el mercado mundial, es el garante de que el niño permanezca erguido de forma segura durante el tratamiento rehabilitador, con el objetivo de estimularlo para la marcha, pero no se podía utilizar por averías en sus grapas y tuercas. En su recuperación utilicé trozos cilíndricos finos de acero, con dobleces en sus puntas y la confección de tuercas con el torno.
“El banco de cuádriceps, valorado en 662 dólares, se emplea en pacientes con debilidad en sus miembros inferiores para fortalecer músculos y aumentar el grado articular, sin embargo, presentó desperfectos en el pasador de seguridad y el selector de cargas, piezas que avalan su correcto funcionamiento, sin riesgos de que un paciente sufra lesiones.
“Para rescatar su eje, manipulé pedazos de acero cilíndrico, dándole forma adecuada en el trabajo de tornería y, en su cabeza, utilicé un segmento de plomo fundido en un molde redondo con una tuerca dentro para ensamblarlo al eje.
“Los costos totales de estas iniciativas, incluidas la barra paralela y la polea de pared, ascienden a unos 100 pesos cubanos. La generalización de estas soluciones en otras salas rehabilitadoras representaría impactos positivos en la economía cubana, ya que con pocos recursos y deseos de trabajar respondimos a uno de los llamados de la máxima dirección del país: sustituir importaciones.
“Así restablecimos la calidad del servicio, devolvimos la alegría a muchos niños imposibilitados de caminar, mientras que cientos de obreros se recuperaron de sus limitaciones físicas para luego reincorporarse a sus puestos de trabajo y contribuir al incremento del desarrollo local”, destaca el innovador.
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