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Sindicalísimo

¿Viviendas por cuenta propia?

Publicado por Orestes Eugellés Mena

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Si bien todo indica que se crece en la fabricación de estos productos de manera global, no siempre se corresponden lamentablemente con los estándares de calidad requeridos.

A pesar de que en Cuba se planifican construir unas 30 mil viviendas en el presente año, sin duda alguna la cifra aún resulta insuficiente para las necesidades reales de la población. El programa comprende tanto la construcción de células básicas – aquellas edificadas a partir de la entrega de subsidios-, como las viviendas por esfuerzo propio, y las obras estatales.

Si se tiene en cuenta, además, que de la cifra antes mencionada 17 mil serán ejecutadas por la propia población, valdría la pena preguntarse si realmente se cuenta con las condiciones necesarias para desarrollar dicho plan y que además se garanticen con la calidad necesaria.

Con más de 3 millones de asentamientos habitacionales, casi 4 de cada 10 viviendas en Cuba se encuentren en regular o mal estado según el último censo de población y viviendas ejecutado en el país y es por ello que resultaba apremiante el desarrollo de una nueva estrategia centrada en la urgente necesidad de renovar el fondo: la construcción por esfuerzo propio y la entrega de subsidios a las familias más necesitadas.

Mediante esta iniciativa, el gobierno provee de créditos, subsidios y otras facilidades a los ciudadanos interesados en edificar su vivienda de manera individual, sin la mediación de empresas estatales.

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Una rápida mirada al panorama constructivo de los últimos años nos permite observar que a partir de la salida en vigor del Decreto-Ley No. 289 del 20 de diciembre del 2011, para la realización de acciones constructivas en las viviendas, se han ejecutado hasta el cierre de abril del 2015,  424 993 créditos por un importe total de 4,406.6 millones de peso (MMP), para los diferentes propósitos aprobados, correspondiendo a materiales de construcción y pago del servicio de mano de obra, 2,656’342.9 millones de peso, ejecutándose 337 813 créditos para financiar acciones constructivas de la vivienda de las personas naturales. El año de mayor aprobación fue el 2014 con 874’635.0 MMP.

Aunque no podemos desestimar el alcance real de lo logrado hasta el momento debemos decir que este programa presenta grandes reservas por explotar, sobre todo si se tiene en cuenta lo sensible del asunto para las miles de familias que acuden a él como única salida real a la grave situación que presenta su vivienda.

Para impulsar este programa gana mayor relevancia la producción de materiales de la construcción a nivel local, los cuales son la fuente principal de suministros para los llamados “RASTROS” o Tiendas de ventas de materiales de la construcción en cada localidad.

Si bien todo indica que se crece en la fabricación de estos productos de manera global, no siempre se corresponden lamentablemente con los estándares de calidad requeridos para la ejecución de una buena vivienda y es muy común escuchar a la salida de estos RASTROS que los bloques se desmoronan o que el cemento o la gravilla tienen poca consistencia.

Los propios presidentes de Consejos Populares y otros diputados asistentes a la más reciente sesión de trabajo de la Asamblea Nacional consideraron que en este tópico inciden la ejecución de planes productivos que no se corresponden con las normas definidas para confeccionar determinados surtidos, así como también la baja remuneración a los trabajadores vinculados directamente a esos procesos. Las quejas de la población  también advierten que se pierde parte de la inversión realizada en la compra al no poder emplear de manera eficiente los recursos adquiridos.

Si esta opinión fuera generalizadas, deberíamos preguntarnos muy seriamente cuánto tiempo podría durar una casa construida en Cuba con estos materiales o si estas podrían enfrentar el paso de los tan frecuentes ciclones tropicales que de vez en cuando visitan el archipiélago cubano.

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Los inventarios ociosos que presentan numerosos establecimientos no solo son consecuencia de los precios de algunos de sus productos, sino más bien de la paupérrima calidad de las ofertas, las cuales “tienen que ser consumidas” inevitablemente por el sector más humilde de la sociedad que no puede darse “el lujo” de comprar estos mismos productos en la red de tiendas en divisas.

Súmese a esto la inestabilidad de algunas mercancías, como lo ocurrido en el primer semestre del presente año, cuando escasearon materiales de carpintería, techo de zinc, vigas metálicas, módulos hidrosanitarios y áridos.

Por otro lado, hay que tomar en cuenta el estado de los instrumentos de medición que se emplean para despachar estos materiales y evitar las tan comunes “flexibilidades” a la hora de hablar de unidades métricas. No es lo mismo un metro de arena, un cubo o de una carretilla de estos materiales.

Tanta responsabilidad tiene los que dirigen estos rastros que permiten impunemente la entrada de materiales con poca o nula calidad, como los Consejos de Administración Municipal que no dan seguimiento real a los planes producción y comercialización de materiales de la construcción en sus municipios.

Aunque ha sido beneficiosa la puesta en marcha de este programa a lo largo del país, con énfasis en aquellos que por su nivel de ingresos solo podrían acceder a una vivienda digna mediante estas facilidades, no es menos cierto que en materia de control y calidad queda mucha tela por donde cortar aún.

Ser más exigentes y eliminar las ilegalidades no puede sonar repetitivo y menos como frase hecha en una sociedad que aspira a elevar las condiciones de vida de su ciudadanía. Las mejoras en la economía también parten de un buen sistema local de gestión, que en sectores como el de la construcción resulta clave.

Tomado de Cubadebate

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