A la una de la tarde del 6 de agosto de 1925 se reanudaron las sesiones del Tercer Congreso Obrero Nacional que a la sazón se celebraba en Camagüey. El líder de los tipógrafos, Alfredo López, solicitó que se le diera lectura a un mensaje de Julio Antonio Mella en el que se relataba cómo el gobierno de Machado había coaccionado e impedido la realización de festejos en honor del barco soviético V. Vorovsky, anclado en Cárdenas. López propuso a los asistentes que en el acuse de recibo a Mella se hiciera constar una protesta del Congreso por tales hechos. La moción fue aprobada por unanimidad.
Continuó la sesión con el debate sobre distintos temas de asuntos generales. El dirigente obrero Antonio Penichet propuso que se acordara protestar contra todas las guerras, excepto “aquellas en que la necesidad de adquirir mayor libertad individual y colectiva, obligue a un pueblo o a varios pueblos a alcanzarla por la fuerza”. En los acuerdos apareció este enunciado junto con un saludo “a todos los pueblos que combaten contra el imperialismo”.
Ya anochecía cuando José Castilla, secretario organizador del evento, declaró a la audiencia: “A virtud de haberse terminado, en anteriores sesiones, la discusión y aprobación del Reglamento por que se regirá la Confederación Nacional Obrera de Cuba, después de haberse agotado la orden del día, así como los temas y asuntos generales que merecieron discusión, siendo las 7:45 de la noche, declaro constituida la Confederación Nacional Obrera de Cuba, dándose por terminadas las labores del Tercer Congreso Obrero Nacional…”.
Las aclamaciones de los presentes ahogaron sus últimas palabras: “Dado en Camagüey, a los seis días del mes de agosto de 1925”. El viejo sueño de la clase obrera cubana se había hecho realidad: una central sindical única y nacional.
Un lustro antes, en 1920, el proletariado cubano había podido organizar su primer Congreso genuinamente obrero. Allí, además de aprobarse una moción de saludo a Lenin y a la Revolución rusa, ya comenzó a hablarse de la imperiosa necesidad de una organización de ese tipo.
Al año siguiente, el 4 de octubre, se dio el primer paso en ese sentido con la creación de la Federación Obrera de La Habana (FOH). Poco a poco la clase obrera fue fundando en las provincias y en las ciudades más importantes del país instituciones unitarias que agruparan sindicatos y gremios. Pero todavía en 1925 los trabajadores azucareros, la principal masa proletaria de la nación, no se hallaban aún organizados, salvo en algunos centrales.
El 2 de agosto de 1925, convocado y organizado por Alfredo López y la FOH, se inició en Camagüey el Tercer Congreso Obrero Nacional, cuyo principal acuerdo fue la constitución de la CNOC. Más de160 delegados de128 organizaciones sindicales dijeron presente. De los trabajadores azucareros, solo enviaron representación al evento los centrales Chaparra y Delicias.
La característica principal del congreso fue su profundo espíritu unitario y en uno de sus acuerdos, contemplaba la convocatoria a un congreso latinoamericano con el fin de constituir una confederación de trabajadores de nuestra América. También reflejó la posición antirracista del proletariado cubano, cuando en los estatutos de la CNOC se declaró que no reconocía prejuicios de ninguna clase entre los obreros, “teniendo todos iguales derechos, no pudiendo pertenecer a la CNOC ninguna organización que mantenga en su seno, disimulada o visiblemente, prejuicios de raza, nacionalidad o cualquier otro que tienda a dividir a los trabajadores en superiores e inferiores”.
Como parte de una clase social todavía débil ideológicamente, muy permeada por corrientes reformistas y anarcosindicalistas, es lógico que la CNOC arrastrara esas limitaciones en sus inicios. Pero a pesar de ellas, su fundación marcó un hito en la historia de nuestro movimiento obrero al agrupar unitariamente a lo más honesto de las organizaciones sindicales.(Pedro Antonio García)
Fuentes consultadas “Memoria del Tercer Congreso Obrero Nacional”, La Habana 1925.
Tomado de Granma
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