La importancia usar el condón
Publicado por Orestes Eugellés Mena
A primera vista, las estadísticas no parecen alarmantes, pero saquen cuentas. El 66 por ciento de las parejas en Cuba usa el condón en sus relaciones sexuales. Inviertan la ecuación: el 34 por ciento no usa ese método preventivo nunca. Más de tres de cada diez parejas.
Estamos hablando de parejas sexuales. No significa, necesariamente, parejas estables. Pero la amenaza del VIH y otras epidemias no hace distingos. Para poner un ejemplo: buena parte de las mujeres que se han contagiado en Cuba solo mantenían relaciones sexuales con una sola persona: su esposo, su pareja de años.
Podemos garantizar nuestra opción de monogamia, pero, ¿podemos garantizar la de nuestra pareja? No siempre, está claro.
En esas circunstancias, el uso del condón suele ser más que una alternativa: es la alternativa.
¿Por qué tanta gente no usa el condón con frecuencia?
Algunos consideran que no es necesario, pues sus relaciones se sustentan en la confianza mutua.
Es una razón atendible. En el caso de muchas de las parejas heterosexuales, por ejemplo, la confianza es vital a la hora de concebir hijos. Y se sabe: con condón, no hay concepción posible.
Pero incluso en el caso de que la pareja apueste por la monogamia más absoluta, no se puede desconocer el historial previo.
No vamos a cuestionar a nadie por sus prácticas sexuales, ni siquiera en los casos en que la actitud que se defiende públicamente no tiene que ver con la real actitud.
La confianza es un gran valor, pero solo diremos algo: ante la duda, ante el desconocimiento, ante el temor… el condón nos puede quitar muchos dolores de cabeza.
Otras personas no los usan por arraigadas concepciones religiosas. Otra razón atendible. Pero, ojo, el VIH tampoco discrimina por credos.
Si tu creencia, de alguna manera, influye en tu actitud sexual, es posible que no tengas necesidad de usar condón en tus relaciones más íntimas. Mas, vuelve la pregunta: ¿puedes garantizar absolutamente la «invulnerabilidad» de tu pareja?
Otras personas esgrimen razones mucho más superficiales, y no por ello menos concretas: no se siente lo mismo con condón que sin condón.
Está claro: el látex puede ser una barrera: no es lo mismo el contacto con la piel que con un material artificial. Las sensaciones varían considerablemente. Y para algunos la experiencia puede resultar mucho menos estimulante.
Sin embargo, convengamos que en buena medida estas «limitaciones» son frutos de la falta de costumbre. Y es perfectamente posible incluir creativamente al preservativo en las rutinas sexuales.
Si las relaciones son esporádicas, circunstanciales y con diferentes parejas, su uso ya tendría que ser condición previa.
Todavía hay otras razones del poco o nulo uso del condón que trascienden el ámbito personal. Hemos sido testigos, en ocasiones, de la falta de preservativos en las farmacias, o de la mala calidad de los existentes.
Las autoridades han explicado que la escasez es por problemas en la importación.
Lo cierto es que en los tiempos que corren debe evitarse ese desabastecimiento, teniendo en cuenta el riesgo que plantea. Las autoridades tienen la obligación de garantizar el suministro estable.
Normalmente es fácil adquirir condones en Cuba, y por un precio muy bajo, casi simbólico (en algunos países suelen ser muy caros). En la isla, como parte de muchas campañas de prevención pública, incluso, los distribuyen gratuitamente varias veces al año.
En el plan nacional de prevención y tratamiento de las enfermedades de transmisión sexual, el condón tiene un rol muy importante, porque es uno de los métodos más elementales, fáciles y efectivos, al alcance de toda la población.
Cuba exhibe logros indiscutibles en la lucha contra el VIH. El más reciente: es el primer país del mundo que elimina la transmisión de madre a hijo de VIH y sífilis.
Pero un uso más responsable del condón pudiera incidir en la disminución de las cifras de nuevos contagios. Y es tan fácil, que algunas veces se subestima su verdadera importancia.
Tomado de Cubasi
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