Sancionan a malversadores y ladrones de huevos
Publicado por Orestes Eugellés Mena
El diario Granma publica hoy detalles de un caso que involucró a 19 personas en el desvío de más de ocho millones de huevos liberados, cuya afectación económica ascendió a 8 907 562 pesos. Los sancionados pertenecían a la Unidad Empresarial de Base Acopio y Distribución de Huevos Habana y a la Empresa Provincial de Comercio en la capital. La Fiscalía solicitó para los acusados sanciones entre 8 y 20 años de privación de libertad, unido a la responsabilidad civil.
Por Yudy Castro Morales
Cuentan que el hedor a huevo de la merma acumulada era casi insoportable. Cuentan que el trasiego constante de cargas y la presencia de un grupo de empleados siempre al acecho denotaban manejos turbios, aunque nadie lo hubiese probado aún. Cuentan que el descontrol superlativo los fue carcomiendo hasta conducirlos irremediablemente al descalabro.
Acusados por el desvío de más de ocho millones de huevos liberados, correspondientes a 389 facturas que no llegaron a su destino, fueron sancionados 19 ciudadanos, pertenecientes a la Unidad Empresarial de Base (UEB) Acopio y Distribución de Huevos Habana y a la Empresa Provincial de Comercio en la capital.
Los hechos, constitutivos de delitos de malversación, apropiación indebida y falsificación de documentos bancarios y de comercio, conllevaron a una afectación económica ascendente a 8 907 562 pesos. En las conclusiones provisionales la Fiscalía solicitó para los involucrados sanciones entre 8 y 20 años de privación de libertad, unido a la responsabilidad civil.
Y si bien es cierto que las condenas, aunque severas, no resuelven por sí solas el problema, en ocasiones es preciso que los malhechores sientan todo el peso de la Ley, más allá de la vergüenza ante la familia y la sociedad, pues las afectaciones económicas no solo laceraron al Estado, sino al bolsillo de la población, que debió adquirir la mercancía a sobreprecio.
La Caja de Pandora
Cuando en marzo del 2012 la Empresa Productora y Comercializadora Avícola, subordinada a la Unión de Empresas del Combinado Avícola Nacional (UECAN), asume oficialmente la UEB Acopio y Distribución de Huevos Habana, quizá el fraude ya había hincado sus raíces en esta última.
Tanto es así que durante el propio proceso de entrega emergieron irregularidades significativas en el balance económico-financiero, las cuales provocaron la solicitud de una auditoría a la UECAN.
Según Armando Capó González, director general de la Empresa Productora y Comercializadora Avícola, entre las deficiencias más notables figuraron los elevadísimos saldos de cuentas por cobrar vencidas, cuyos montos superaban los 50 millones de pesos.
Luego de dichos análisis, se determina la realización de reuniones semanales donde participarían el Grupo de Regulación y Control de la empresa, el de la UEB y sus gestores de ventas para evaluar en profundidad su estado financiero y comenzar la depuración de las cuentas.
Este fue un proceso extenso que abarcó varios meses, teniendo en cuenta los saldos millonarios, el número de clientes de la entidad analizada, ascendentes a 1 500 aproximadamente, y al alcance de su gestión en los 15 municipios de la capital.
Durante esa etapa de revisión, el director de la UEB solicita su liberación por “enfermedad”, lo que apuntaba, sin dudas, a la existencia de algún entramado fraudulento. Pero no fue hasta mediados de octubre del 2012, con la llegada del jefe sustituto, que se destapa la “caja de Pandora”.
Cuentan que durante esa época existió una situación compleja con la producción de huevos en el país. Por ello la comercialización liberada era muy dirigida. No obstante, en el municipio de Marianao se había distribuido más mercancía de la planificada, según la información recibida por el nuevo directivo.
A partir de ahí comienza una investigación en ese territorio, donde las conciliaciones realizadas con las unidades de Comercio y Gastronomía contradicen las efectuadas por los gestores de la UEB, y aparece un grupo significativo de facturas no reconocidas por los lugares de destino, según explican funcionarios del Órgano de Regulación y Control de la Empresa Productora y Comercializadora Avícola.
Atendiendo a que dichos sucesos podían estar vinculados a un presunto delito, se formuló una denuncia al Departamento Territorial de Investigación Criminal y Operaciones, ubicado en Playa, y fue solicitada una auditoría especial para la UEB.
La acción de control abarcó el periodo de enero a octubre del 2012, y dio seguimiento a la distribución de huevos liberados y a las operaciones de cobros y pagos con las unidades de Comercio y Gastronomía. En dicha etapa, como ya se dijo, la afectación económica superó la cifra de los 8,9 millones de pesos.
De ese modo, salieron a la luz errores contables, incumplimientos de las obligaciones por parte de directivos, especialistas y choferes, violaciones de las rutas establecidas para la comercialización de huevos, la falsificación de facturas; así como la existencia de toda una cadena delictiva, azuzada por el descontrol lacerante, la vulnerabilidad de los procedimientos y la pérdida total de principios éticos y morales.
Eslabones de una cadena
La UEB Acopio y Distribución de Huevos Habana tiene como objeto social la comercialización de este producto en la capital mediante la canasta básica y de forma liberada.
Durante el 2012, año en que suceden los hechos, funcionarios de la Empresa Provincial de Comercio en La Habana, de común acuerdo con la dirección de la UEB, idearon un plan para incrementar de manera ilícita su patrimonio, de espaldas a los daños económicos y al costo social.
Al amparo de jefes inobservantes y/o corruptos, de mecanismos de control deficientes o ausentes, de miradas cómplices o tolerantes, concibieron los golpes, sin reparar en que cada uno tendría ineludiblemente un efecto boomerang.
Con ánimo de esclarecer lo ocurrido, los instructores penales del caso primer teniente Bárbara Rondón Vega y el capitán Pedro E. Cordero Riverón, pertenecientes a la División de Investigación Criminal y Operaciones, comentan, en síntesis, el modus operandi que predominó.
“Gilberto Díaz Mojena, comercial de la UEB, autorizaba la facturación de cantidades notables de huevos hacia diferentes entidades de Comercio, ubicadas en los municipios de La Habana del Este, Cerro, Marianao y La Lisa, fundamentalmente.
“Al culminar el mes le informaba a María Regla Pis Martínez, subdirectora comercial de la Empresa Provincial de Comercio, a cuánto ascendían los volúmenes facturados y vendidos de manera ilícita. Entonces esta ciudadana alteraba el plan real previsto para las unidades ubicadas en esos territorios, en aras de hacerlo coincidir con los envíos realizados.
“Posteriormente Luis Roberto Bárzaga Salazar, director económico de la Unión de Empresas de Comercio y Gastronomía, utilizando el presupuesto del Estado, realizaba pagos a la UEB, mediante transferencias bancarias, sin precisar las facturas que habían sido amortizadas.
“Dicha distorsión contable le permitía a Margarita del Carmen Quintana Rodríguez, contadora principal de la UEB, cobrar las facturas envejecidas, sin haberlas conciliado”.
Pero las ramificaciones de este andamiaje de ilegalidades y los nexos que lo sostuvieron resultan aún más complejos e involucran a un total de 19 acusados, luego de concluida la investigación, estrictamente ajustada a la racionalidad. De lo contrario, otros eslabones podridos se habrían sumado a la cadena.
Los caminos del descontrol
Por sus responsabilidades como director económico de la Unión de Empresas de Comercio y Gastronomía, cargo que desempeñó desde el 1ro. de abril del 2011 hasta el 16 de diciembre del 2012, Luis Roberto Bárzaga dirigía y controlaba a las entidades subordinadas a la Unión en el ámbito económico y financiero.
Según el informe presentado por la Fiscalía, entre sus encomiendas figuraba, además, el pago de las ventas liberadas de huevos a la UEB de Acopio y Distribución.
Atendiendo a ello, “en varias ocasiones, de marzo a octubre del 2012, enmascaró la salida de cantidades exageradas hacia distintas unidades comerciales, ajustándolas por cuenta única de la Unión como faltantes, o pagándolas directamente al proveedor sin que estas fueran expendidas en los establecimientos previstos”.
A su vez María Regla Pis, en correspondencia con sus compromisos como subdirectora comercial de la Empresa Provincial de Comercio de La Habana (16 de enero del 2012-13 de julio del 2013), debía recepcionar y entregar los productos liberados para su posterior comercialización. De igual forma, orientaba los planes de distribución hacia las distintas unidades comerciales de la capital.
Para garantizar los propósitos de Bárzaga Salazar, indica el documento, “ajustó en disímiles oportunidades la planificación de determinados establecimientos, enclavados, en su mayoría, en el Cerro, Marianao, La Lisa y La Habana del Este, territorios donde se desarrollaba la comercialización ilícita.
“Sin tener facultades administrativas modificó las entregas de un municipio a otro, obteniendo a cambio, de manos de Bárzaga Salazar, ganancias consistentes entre 5 000 y 6 000 pesos mensuales, resultado de la venta ilegal de huevos liberados”.
Mientras, los acusados Gilberto Díaz y Juan José Dantín, comerciales en la UEB, luego de recibir de María Regla Pis las cifras por cada unidad, estaban obligados a controlar las entregas acorde con las cantidades emitidas por la Empresa de Comercio. Asimismo eran de su competencia la autorización de las facturas y la conciliación entre los autorizos otorgados y los expendios efectuados.
La investigación reveló que para interconectar a toda esta cadena, Bárzaga Salazar utilizó al acusado Nguyen Cruz González, quien debía contactar a Díaz Mojena y Dantín Llorente, a fin de que estos se involucraran en el negocio ilegítimo concebido por él.
Degradados hasta la saciedad, estos personajes accedieron sin muchos contratiempos. Ello dio lugar a la confección de autorizos de cargas fraudulentos y por consiguiente, a la elaboración de 389 facturas donde se falsificaron los datos de las personas facultadas para recibir la mercancía, y hasta de los choferes que la transportaban.
En las declaraciones, los responsables de las supuestas entidades receptoras aseveraron no haber firmado tales facturas ni recibido el producto, demostrándose la falsedad de los nombres y números de carné de identidad empleados.
Pero más allá de estos “cabecillas”, existieron otros eslabones claves dentro de la cadena, como por ejemplo Joaquín Rivero Ramírez, ayudante-distribuidor de la UEB, quien indicaba a los comerciales hacia dónde autorizar la facturación.
Previamente Nguyen Cruz González se encargaba de ubicar a los administradores que asimilarían el producto, y era responsable además de recoger el efectivo y repartirlo.
Tampoco puede obviarse la participación “decisiva” de la contadora principal de la UEB, Margarita del Carmen Quintana, quien admitió que “incumplió todos los principios básicos de la contabilidad y el control interno”.
Y como era de suponer, nunca supervisó los almacenes, ni las mermas, ni el destino final del producto, responsabilidades propias de su cargo.
En sus declaraciones también aseveró que “aprovechaba los pagos generales realizados tanto por la Unión de Empresas de Comercio como por la Dirección Provincial de Comercio, luego de la nueva estructura, para liquidar las cuentas envejecidas o no conciliadas, lo cual propició el descontrol contable, y con ello, el desvío de recursos”.
A modo de pago, dijo, “recibía dos cajas de huevos semanales”. Cada una contiene ocho cartones con 30 unidades, para un total de 480, “las que comercializaba ilegalmente”.
Respecto a los choferes, aclara la instructora Bárbara Rondón, se le decreta responsabilidad directa a 34 por incumplir las rutas de distribución de huevos liberados y no respetar la veracidad de los datos consignados en las facturas. No obstante, solo 11 fueron atraídos al proceso, siendo los de mayor incidencia.
Dos ejemplos bastan para ilustrar la magnitud de los actos:
El chofer Valery Caballero Moreda, con la venta en el mercado ilegal de 1 209 600 huevos, contenidos en 53 facturas, provocó una afectación monetaria ascendente a 1 814 400 pesos. Entretanto el chofer Juan Eliecer Perdomo ocasionó un faltante de 839 700 pesos, debido a la distribución ilícita de 559 800 huevos, correspondientes a 29 facturas.
Otros robos
Además de los desvíos mediante las facturas falsas, lo cual constituía el núcleo del entramado fraudulento, emergieron otras maniobras que también le aportaban sumas considerables.
El chofer Agustín Adalberto Baños, por ejemplo, se encargaba de sacar la merma de la semana para el comercial Dantín Llorente y el director Arnaldo Tapia, con el objetivo de venderla posteriormente en las unidades de comercio.
Según Dantín Llorente, el chofer en cuestión recibía los cartones de huevos a 30 pesos y los vendía a 35 o 40, y al finalizar las operaciones le entregaba el efectivo.
A la económica de la entidad, agregó, “le daba uno o dos cartones por semana, pues a ella le correspondía ajustar las cantidades para evitar faltantes”.
Y si aún fuera insuficiente, en su declaración afirma que “los niveles de huevos extraídos para él los sacaba del almacén, mediante un rejuego con la merma, ya que también adulteraba estos indicadores”.
Pero no solo él le sacaba una buena tajada a “los huevos rotos”. En opinión de los instructores del caso, este era otro modus operandi extendido: Cada tripulación, compuesta por un chofer y dos ayudantes distribuidores, declaraba mermas ficticias que luego eran vendidas a los administradores de diferentes centros comerciales.
Todo ello ocurría, por supuesto, sin que nadie del almacén de la UEB se preocupara por conocer el destino de los productos dañados, los cuales, de acuerdo con los procedimientos, debían ser recepcionados allí.
En otras oportunidades, existiendo la merma, no la entregaban al Grupo Empresarial Porcino, como establece el contrato con esa entidad. Entonces la reportaban una y otra vez para apropiarse de las cantidades correspondientes a la reposición.
Y tal era el descontrol que un ayudante de la UEB, como Joaquín Rivero, podía darse el lujo de comprar las cajas de huevos que los camiones traían “de más”, provenientes de las granjas de acopio.
De acuerdo con el acusado, “le compraba diez o más cajas a los choferes por un valor de 30 pesos el cartón, y después los comercializaba en diferentes unidades de la ciudad, a 35 pesos”. De esta forma, además del “negocio gordo”, proliferaban otros modus y otros robos, cuyo perjuicio económico iba in crescendo.
Mecanismos vulnerables
Es casi una verdad de Perogrullo: en la UEB de Acopio y Distribución de Huevos Habana hacía tiempo que no funcionaba ningún mecanismo de control. Tampoco parece haber existido mucha exigencia desde el otro lado: Empresa Provincial de Comercio.
Los hechos evidenciaron, con total claridad, que las imprescindibles conciliaciones entre las áreas de trabajo eran puro formalismo y que eran insuficientes y escasas, escasísimas, las acciones de supervisión en los departamentos de contabilidad y finanzas de las entidades involucradas.
En cuanto a la UEB, ningún departamento jugó su papel de contrapartida y respecto a las estructuras de Comercio, cabe preguntarse ¿cómo un director económico puede disponer de los dineros de una entidad sin que su jefe perciba, durante casi un año, ninguna anomalía?
Por ello en cada etapa de la investigación se hizo particular énfasis en las brechas de los procedimientos y los mecanismos internos de supervisión, caldo de cultivo para la corrupción.
Según Gioiver Portuondo, encargado actualmente de la comercialización en la UEB, “lo sucedido nos abrió los ojos y en estos momentos se han modificado algunos métodos”.
Antes, compara, los autorizos de carga eran simples recortes de papel manuscritos, hoy existe un modelo donde se consigna la chapa del camión, municipio de destino, la unidad, cantidad de cajas, nombre del chofer…; antes cualquiera recibía el producto en la unidad, hoy disponemos de una ficha de clientes con los datos de las personas autorizadas; antes Comercio pagaba de una cuenta única, hoy las unidades básicas municipales realizan los pagos.
También para el Consejo de Dirección de la Empresa Productora y Comercializadora Avícola, a la cual se subordina la UEB, lo sucedido constituyó una escuela. Luego de la investigación, tocó a ambas entidades continuar la depuración y renovación de la fuerza.
Entre las medidas más significativas figuran el paso de la actividad de transporte a otra UEB especializada en ese campo. Ello fortaleció la gestión de la entidad, pues sus directivos ahora pueden concentrarse en el control del comercio y la distribución de huevos. No perdamos de vista que durante los hechos se adulteraban los sistemas de GPS, se violaban las rutas y el personal de transporte jamás alertó o llamó la atención sobre los incumplimientos.
Pese a tales acciones, añaden funcionarios de la entidad, aún persisten dificultades, por lo cual mantienen un seguimiento constante de las cuentas por cobrar. Y periódicamente se hacen chequeos integrales en esa UEB.
Al menos por estos días el hedor a huevo es casi imperceptible. El trasiego de mercancías no parece albergar segundas intenciones. Pero a juzgar por la magnitud de los acontecimientos y por la naturaleza propia de las actividades que allí se desarrollan, nadie podría sentirse confiado.
(Tomado del diario Granma)
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