Cuba ha estado y está decidida a conectarse con el mundo, a pesar de la propaganda en su contra, el cerco económico, la vigilancia redoblada y las guerras de cuarta generación. La decisión está tomada no solo para beber de esa inmensa fuente de conocimientos que es la “autopista de la información”, sino para poner en ella lo mejor de nuestra cultura, educación, conocimiento y humanismo, que son el núcleo fundacional de la Revolución cubana y del pensamiento de sus líderes.
La informatización, que se ejecuta desde hace varios años, demuestra la voluntad política del país por acercar cada vez más las nuevas tecnologías a la población, lo que está refrendado en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, que rigen las transformaciones en curso, y parten de que no es posible una sociedad próspera y sostenible sin subordinar a tales objetivos las herramientas que garanticen el acceso al conocimiento, la eficiencia, la productividad y la excelencia.
Asimismo, la Primera Conferencia Nacional del Partido se trazó como uno de sus objetivos “aprovechar las ventajas de las tecnologías de la información y las comunicaciones, como herramientas para el desarrollo del conocimiento, la economía y la actividad político e ideológica; exponer la imagen de Cuba y su verdad, así como combatir las acciones de subversión contra nuestro país”.
En los últimos años los avances de la conectividad en Cuba se han orientado a la creación de capacidades en la infraestructura de telecomunicaciones, en función de potenciar la conectividad social y desarrollar la gestión automatizada de sectores estratégicos como el financiero bancario, el electroenergético, las transportaciones y proyectos de desarrollo macroeconómicos, como la Zona Especial de Desarrollo Económico del Mariel y el Polo Petroquímico de Cienfuegos.
Cuantiosas inversiones destinadas a extender y modernizar esa infraestructura han permitido no solo abrir servicios como la telefonía móvil e Internet, sino darles un uso social, priorizando y subsidiando en muchos casos estas facilidades en sectores como la educación, la ciencia, la salud, la cultura y el desarrollo científico.
Un ejemplo concreto de esos programas es el destinado a la creación de una infraestructura de almacenamiento y procesamiento de información, mediante la modernización de centros de datos del país, además de la construcción de una red que prevé posibilidades de conectividad a través de medios informáticos fijos y móviles (teléfonos celulares, tabletas y computadoras portátiles).
En ese sentido, se han establecido mecanismos administrativos y empresariales que garantizan la sostenibilidad y soberanía tecnológicas para la provisión masiva de servicios de acceso a Internet.
El balón de ensayo ha sido la apertura de 154 Salas de Navegación Públicas, diseminadas por toda la geografía nacional, como antesala de la masificación de servicios de datos que permitan al país llegar a la comercialización del acceso a la Banda Ancha (acceso a la red con mayor rapidez y prestaciones), en lo que se trabaja en la actualidad. A eso se debe que Cuba cuente ya con casi tres millones de usuarios con acceso a las redes, que incluye plataformas institucionales, correos electrónicos e Internet; posee un número similar de clientes de telefonía celular, de los cuales más de medio millón acceden al correo electrónico a través de los móviles.
La extensión de las posibilidades de conectividad en múltiples espacios, que incluirán también a bibliotecas y Oficinas de Correos, se une a otras iniciativas como la distribución de contenidos a través de los teléfonos móviles y el desarrollo de plataformas para redes universitarias e institucionales que podrían extender su servicio a toda la sociedad, actualmente en etapa de desarrollo y puesta en marcha.
Estas y otras medidas son el resultado de la implementación gradual de 26 proyectos que forman parte de la plataforma informática nacional Red Cuba, diseñada para asegurar de manera soberana la presencia de contenidos producidos por el país con calidad, diversidad y representatividad, gestionadas y administradas por entidades cubanas, a fin de satisfacer las necesidades informativas y de servicios de la sociedad, así como garantizar el acceso a redes internacionales.
La estrategia concibe, además, la creación de nuevas capacidades de acceso a tecnologías inalámbricas, la integración y uso ordenado de las redes de datos institucionales, como en los sectores de la salud pública, educación, educación superior y cultura, que son conocidos por los usuarios cubanos (INFOMED, RIMED, REDUNIV y CUBARTE), que serán hospedadas en servidores de altas prestaciones que facilitarán sus potencialidades de uso. Comprende también el desarrollo de videojuegos y multimedias de contenido educativo e histórico, así como la actualización de la base normativa sobre el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones.
En paralelo, avanza la introducción de la televisión digital en el país, antecedida de un amplio proceso de desarrollo de la infraestructura de las comunicaciones, que reduce casi a cero las zonas de silencio y moderniza el soporte televisivo. Este proceso marcha a la par de los avances en este ámbito a nivel internacional.
La introducción de la TV digital terrestre —traducida para la población en “la cajita”—ha implicado la ejecución de importantes inversiones durante el 2013 y 2014. En una primera etapa ha permitido que los 35 trasmisores instalados abarquen toda la provincia de La Habana, las cabeceras provinciales y algunos municipios aledaños, y cubran un área potencial de aproximadamente 5 millones de televidentes. En estos momentos se trasmiten ocho canales, así como seis emisoras de radio y un canal de datos, como valor agregado.
Para el 2015 está prevista la instalación de 17 nuevos trasmisores en función de continuar aumentando la cobertura de este servicio, la adquisición de equipos de transporte de señal y de producción de televisión, así como cuatro laboratorios para las universidades con facultades de telecomunicaciones. De igual forma seguirá la digitalización de la producción televisiva, que ya comenzó el ICRT con cinco telecentros y el sistema informativo, a la vez que equipó un estudio con la nueva tecnología y adquirió una unidad móvil de alta definición, lo que se prevé mejore los servicios que se ofrecen a la población.
Estos procesos no están exentos de insuficiencias y vulnerabilidades que generan críticas e insatisfacciones en la población, la cual exige cada día más y mayores servicios, desafío que rebasa al sector de las infocomunicaciones e implica a la mayoría de las instituciones y a la sociedad en general.
En la implementación de estos proyectos, la Revolución ha tenido que enfrentarse no solo a las limitaciones que impone el recrudecimiento del bloqueo, sino además a la hostilidad de algunas dependencias del gobierno de EE.UU. y elementos aislados que se aferran a emplear las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones para subvertir e intentar cambiar nuestro sistema político. A lo que se suma las crecientes afectaciones provocadas a la nación por eventos cibernéticos, principalmente los ataques informáticos con implicaciones para la seguridad del país e internacional.
Como ha revelado la propia prensa norteamericana, el Gobierno de Estados Unidos ha movido a este terreno la mayor parte del presupuesto que dedica para la subversión político ideológica y del orden interno en el país. Entre las acciones más divulgadas se encuentra Zunzuneo, una red de mensajería paralela a los servicios nacionales que buscaba enviar contenidos contrarios al gobierno cubano. Más recientemente, salieron a la luz pública revelaciones sobre programas secretos que emplearon emisarios de distintos países para promover acciones enemigas orientadas al estudio e identificación de jóvenes que pudieran convertirse en potenciales “agentes de cambio”, así como tratar de atraer a sus acciones subversivas a artistas cubanos.
Pese a todos los peligros, lejos de encerrar a la nación, se han creado la infraestructura y el marco legal e institucional necesarios para defender al país y garantizar el desarrollo viable de la informatización de la sociedad cubana. Al mismo tiempo, se busca potenciar la cooperación internacional en esta materia.
Cuba avanza en la informatización segura de la sociedad, sin prisa, pero sin pausa, consciente de que la era de Internet y las nuevas tecnologías debe ser un espacio de aprendizaje, de desarrollo, inclusivo y también seguro, para garantizar la invulnerabilidad de la Revolución, la defensa de la cultura y del socialismo sostenible que construye nuestro pueblo.
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