Por el valor real de la moneda cubana
El periódico Granma publica este lunes una entrevista a Joaquín Infante Ugarte, asesor del presidente de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba (ANEC) sobre la unificación de la moneda cubana, asunto de gran interés para el pueblo trabajador cubano y para quienes llevan las riendas del país.
Desde que se publicó en el referido diario una Nota Oficial del Gobierno cubano donde se anunciaba la puesta en vigor de varias medidas en aras de la unificación monetaria y cambiaria, muchas han sido las interrogantes sobre el proceso: ¿qué moneda quedará vigente?, ¿cuál será su impacto en la economía?, ¿qué sucederá con los ahorros en las sucursales bancarias?
La autora de la entrevista Onaisys Fonticoba señala a que alguas de las interrogantes han sido respondidas. En las últimas sesiones del Parlamento, se aclaró que este proceso pretende restablecer el valor del peso cubano, aunque por sí solo no resolverá todos los problemas de la economía. Se necesita, inobjetablemente, aumentar la producción nacional.
A juicio del doctor en Ciencias Joaquín Infante Ugarte, asesor del presidente de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), de los pasos a efectuar, la eliminación de la dualidad cambiaria en el sector estatal es uno de los más importantes, en tanto permitirá tener una justa dimensión de la rentabilidad y competitividad de nuestras producciones, así como medir con mayor objetividad todos los indicadores macroeconómicos.
DUALIDAD: ¿POR DÓNDE COMENZAR?
La dualidad monetaria, explicó Infante, “sucede cuando circulan dos monedas diferentes: generalmente una extranjera y una nacional, o como en el caso cubano, dos nacionales. Puede ser parcial: cuando la otra moneda asume parte de las funciones del dinero (como unidad de cuenta, medio de pago y de atesoramiento), o total, cuando las asume todas.
El doctor en Ciencias sostuvo que aunque este fenómeno puede estar dado por razones estructurales o coyunturales, en la Isla coinciden ambas. Entre las primeras mencionó la dependencia extrema del comercio exterior y la poca reserva de divisas que tiene el país; y entre las segundas el bloqueo económico y comercial de los Estados Unidos y la fluctuación de los precios para la importación y exportación de los productos en el mercado internacional.
La dualidad cambiaria, por otra parte, ocurre cuando existen dos tipos de cambio diferentes. En Cuba la situación se hace más compleja al utilizar, en las relaciones económico-financieras del sector estatal, una apreciación de 1 CUP=1 CUC (un peso cubano igual a un peso convertible); y para la población de 25 CUP=1 CUC.
Según comentó, estos factores hacen que no se posea una visión real del costo de las producciones, se distorsione la información para realizar estudios de factibilidad y evaluación económica de las inversiones y, entre otras consecuencias, que las exportaciones y las importaciones sean subvaloradas.
Sin embargo, la circulación de dos monedas en Cuba no es un fenómeno exclusivo de estos tiempos, como suele pensarse. De acuerdo con el especialista de la ANEC, la dualidad monetaria surgió en la temprana fecha de 1914 —en la Neo-República—, cuando el peso cubano comenzó a coexistir con el dólar.
La circulación de este último se interrumpió en 1948, con la creación del Banco Nacional de Cuba, que estableció el peso cubano como moneda única; y se retomó en 1993, con la despenalización de la tenencia de divisas que había sido pronunciada en 1961.
Sobre este último acontecimiento, Infante comentó: “En los primeros años de la década del noventa se produjo un fuerte deterioro de la economía cubana, como consecuencia de la caída del campo socialista. El Producto Interno Bruto (PIB) se redujo en un 35 % aproximadamente, la utilización de la capacidad industrial estaba al 15 %, y el déficit del Presupuesto del Estado era el 30 % del PIB.
“El valor del peso cubano se devaluó. Comenzó a circular el dólar, que se cotizó a tasas muy elevadas, hasta 150 pesos cubanos. Se optó por la dualidad monetaria, en lugar de la devaluación interna mediante un cambio de moneda nacional. Tomamos la medida que consideramos menos traumática, porque la política económico-social de nuestro país no permitía —ni permite— otra alternativa. Nadie queda desamparado”.
CAMINO DIFÍCIL, PERO NECESARIO
Interrogado sobre por qué se escoge este momento para la unificación de la dualidad monetaria y cambiaria, el doctor Joaquín Infante no dudó en señalar la necesidad imperiosa de ese proceso, el cual —dijo— debió efectuarse mucho tiempo atrás.
Lo más estratégico, a su juicio, es la eliminación de la dualidad cambiaria en el sector estatal. Entre los principales factores que han contribuido al mantenimiento de esta última mencionó la excesiva centralización de las decisiones operativas, el carácter formal de las finanzas, y la dirección de la economía mediante decisiones administrativas y no de indicadores económicos y financieros.
Asimismo, llamó la atención sobre la existencia de una “tercera moneda” en ese sector: la llamada Carta de Liquidez (CLC), con la cual se identifican los CUC que tienen respaldo en divisas.
Según refirió, ello ha sucedido debido a la emisión de pesos convertibles por encima de su respaldo en divisas extranjeras.
No obstante lo complejo del panorama, el doctor consideró que los efectos de la unificación monetaria y cambiaria en el sector estatal no tardarán en notarse; en cambio su incidencia en la población deberá ser más gradual.
La eliminación de la dualidad monetaria, indicó, no aumentará por sí misma el poder adquisitivo de las personas. La apreciación del peso cubano está vinculada al aumento de la productividad, de la eficiencia del trabajo, de la competitividad y rentabilidad de nuestras producciones.
La unificación monetaria y cambiaria es una decisión estratégica, impostergable, señaló Infante. El solo hecho de conocer con veracidad el valor de las producciones, su rentabilidad, competitividad… es una ventaja para el país. Ello no solo mejorará estos indicadores, sino que sumará a los trabajadores de una forma más consciente, pues sabrán el valor real de su aporte.
Tomado de Granma
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