Una caravana eternamente verde olivo HÉCTOR ARTURO
Amanecer de jueves 8 de enero de 1959. La Habana, como toda Cuba, lleva ya una semana de verde olivo y barbas, fusiles y melenas, gorras y sombreros, brazaletes y banderas, miles de banderas cubanas en plazas y parques y balcones y vehículos y en manos de hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, niños, blancos, negros y mulatos.
La Patria es libre al fin, después de casi 400 años de dominios extranjeros y de gobernantes criollos, que habían aprendido de memoria el vocablo "yes".
Desde la indómita Santiago de Cuba hasta la Capital, millones de cubanos vitoreábamos a los vencedores y coreábamos el nombre de Fidel, que ya significaba combates y victorias.
Ya tarde, en la mayor fortaleza militar del país, el antiguo cuartel de Columbia, Fidel habla al pueblo que es su pueblo. Unas palomas, símbolos universales de la paz, se posan en sus hombros en los que brilla la estrella de Comandante en Jefe. Pregunta al legendario Camilo si va bien, y en medio de la alegría enorme de todos por la libertad conquistada, afirma una frase profética: no nos creamos que en lo adelante todo será más fácil, "en lo adelante, todo será más difícil".
Sabía que frente estaba el poderoso enemigo de todo y de todos, cuyas bombas criminales ya habían caído, en 1957, en la humilde casa del campesino serrano Mario, cuando aún se desconocía el término muy actual de "daños colaterales".
De inmediato arreciaron los planes yankis para derrocar a la Revolución triunfante, que en este más de medio siglo han abarcado toda la gama de los posibles e imposibles, sin más resultados que sus derrotas tras derrotas.
Así, en medio de peligros constantes y reales, celebramos hoy el aniversario 52 de la entrada de la Caravana de la Victoria a La Habana. Y lo hacemos con la misma unidad y confianza en el futuro de aquel día de enero de 1959, analizando y discutiendo el Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social, que será definitivamente aprobado por el VI Congreso de nuestro Partido, ese Congreso que, al decir de Raúl, ya comenzó con estos debates que muestran una vez más ante el mundo que nuestra democracia puede tocarse con las manos.
Miles de sueños los hemos convertido en realidades, y aún soñamos con más y mejores cosas con todos y para el bien de todos, siempre y cuando todos halemos parejo y logremos como hasta hoy que nuestro socialismo, defendido con las armas en manos del pueblo en abril de 1961, a pocas horas de ser proclamado, sea eternamente irrevocable e irreversible, porque así lo queremos la mayoría de este pueblo, que al decir del poeta, está dispuesto a darlo todo por esta Libertad.
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