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Sindicalísimo

Un golpe para imponer el retroceso liberal

 Publicado por Orestes Eugellés Mena

 

Por 61 votos contra 20, el Senado aprobó miércoles, 31 de agosto de 2016, la destitución de la Presidenta Dilma Rousseff. Ella fue alejada del cargo para el cual fue elegida en 2014, que será indebida e ilegítimamente ocupado hasta 2018 por el vice usurpador Michel Temer. Se consumó, de esta manera, un golpe de estado contra una mujer inocente en beneficio de una pandilla de delincuentes involucrada en el lodo de la operación Lava Jato (investigación de corrupción en la estatal Petrobras), que utilizaron contra el PT y ahora pretenden interrumpir la investigación.

El juicio fue dividido en dos votaciones a petición de la oposición y determinado por el Presidente de la sesión del Supremo Tribunal de Justicia (STF), Ricardo Lewandowski. La primera decidió la pérdida del mandato. Pero en la segunda votación, que puso en tela de juicio la pérdida o no de los derechos políticos, la victoria fue de Dilma. Sus verdugos no consiguieron obtener la mayoría necesaria para condenarla.

El resultado es una evidencia más de la inocencia de la Presidenta. A diferencia de los golpistas y beneficiarios de la farsa que tuvo lugar en el Congreso Nacional, Dilma no es ni siquiera blanco de una sospecha ni denuncia relacionada con corrupción o enriquecimiento ilícito. El voto de 54 millones de brasileños y brasileñas fue anulado y sustituido por una elección indirecta hecha por un colegio electoral restringido cuya mayoría enfrenta acusaciones de corrupción u otros graves delitos.

Librar Temer y sus asociados de la cárcel es uno de los objetivos del golpe que en parte ya se ha logrado. Ahora como Presidente, el jefe de la conspiración no puede ser objeto de investigación penal por lo menos hasta el final de su mandato, salvo por delitos que pueda cometer en el ejercicio de la función.

De todos modos, hay que estar consciente que la operación Lava Jato y la corrupción fueron utilizadas, hoy como en los golpes anteriores, como una cortina de humo para encubrir los reales intereses en juego. Estos están incluidos en el proyecto gubernamental, que tiene un carácter profundamente reaccionario, antinacional y antipopular.

Fue un golpe de estado urdido con un fuerte apoyo de los empresariales y de los medios de comunicación burgueses para satisfacer los grandes capitalistas y las potencias imperialistas.

Sus blancos son: la clase trabajadora, que corre el riesgo de perder sus derechos laborales y de seguridad social conquistados a lo largo de décadas de lucha, la democracia una vez más despreciada por las clases dominantes; la soberanía nacional, que ha sido puesta en venta. El golpe chocó el mundo y fue denunciado como tal por buena parte los medios de comunicación internacionales, mientras que en Brasil los medios de comunicación monopolizados por la burguesía no sólo respaldaron la farsa sino que desempeñaron el papel principal en el drama de la destitución, manipulando descaradamente los hechos y engañando a la población

Tomado de la FSM

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