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Aún es posible reducir el hambre a la mitad para el 2015

Publicado por Orestes Eugellés Mena

La erradicación del hambre requiere establecer un enfoque integrado que incluya las inversiones públicas y privadas para aumentar la productividad agrícola. Foto: FAO

ROMA.— Unos 805 millones de personas en el mundo —una de cada nueve— padecen todavía hambre en el mundo, según dio a conocer la nueva edición del informe anual El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo (SOFI 2014, por sus siglas en inglés), presentado este martes en Roma por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

No obstante el informe confirma una tendencia positiva, pues en la última década, el número de personas víctimas de la subalimentación crónica ha disminuido en más de 100 millones y en más de 200 millones desde 1990.

Publicado por la FAO de conjunto con el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Ali­mentos (PMA), el documento señala que esta tendencia general en la reducción del hambre en los países en desarrollo significa que el Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM) de reducir a la mitad la proporción de personas subalimentadas para el 2015 puede alcanzarse “si se intensifican los esfuerzos apropiados de forma inmediata”.

Hasta la fecha, 63 países en desarrollo han alcanzado la meta de los ODM, y seis más están en camino de conseguirla en el 2015. Al respecto, los responsables de los organismos de la ONU señalaron además que de los primeros, 25 han logrado también el objetivo más ambicioso de la Cumbre Mundial sobre la Ali­mentación (CMA), consistente en reducir a la mitad el número de personas desnutridas para el año 2015. Sin embargo, el propio informe indica que el tiempo se ha agotado para poder alcanzar la meta de la CMA a nivel global.

Asimismo, enfatizan que el acceso a los alimentos ha mejorado rápidamente y de manera significativa en países que han experimentado un progreso económico general, en particular en Asia oriental y el Sudeste asiático. También en Asia meridional y América Latina, pero sobre todo en países con redes de seguridad adecuadas y otras formas de protección social.

Sin embargo, El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo alerta que pese al progreso significativo general; varias regiones y subregiones se han quedado rezagadas. En África subsahariana, más de una de cada cuatro personas permanecen crónicamente subalimentadas, mientras que en Asia —la región más poblada del mundo—, es donde viven la mayoría de los hambrientos: 526 millones de personas.

De acuerdo con la publicación son precisamente América Latina y el Caribe las regiones que han logrado los mayores avances globales en el aumento de la seguridad alimentaria. Mientras tanto, Oceanía solo registra una modesta mejora (una disminución del 1,7 %) en la prevalencia de la subalimentación, que se situó en el 14 % entre los años 2012 y 2014; además de que es la zona geográfica que ha visto el número de víctimas del hambre aumentar desde 1990.

“La cifra de personas todavía desnutridas es inaceptablemente alta”, destacaron los representantes de los organismos participantes del documento; quienes llaman a renovar el compromiso político para combatir el hambre y a transformarlo en acciones concretas. En este contexto, valoraron positivamente la promesa en la cumbre de la Unión Africana —realizada en junio del 2014— de acabar con el hambre en el continente en el 2025.

“La inseguridad alimentaria y la malnutrición son problemas complejos que no pueden ser resueltos por un solo sector o parte interesada, sino que deben abordarse de manera coordinada”, añadieron, pidiendo a los gobiernos que trabajen en estrecha colaboración con el sector privado y la sociedad civil.

Según el texto, la erradicación del hambre requiere establecer un entorno favorable y un enfoque integrado, que incluya las inversiones públicas y privadas para aumentar la productividad agrícola; el acceso a la tierra, los servicios, las tecnologías y los mercados; así como medidas para promover el de­sarrollo rural y la protección social para los más vulnerables, incluido el fortalecimiento de su resiliencia ante los conflictos y los desastres naturales.

De igual modo son esenciales los programas de nutrición específicos, en particular para hacer frente a las deficiencias de micronutrientes de las madres y niños menores de cinco años. (SE y CUBADEBATE)

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